‘El lenguaje debe reflejar la realidad’
El español es un idioma que se ha consolidado hace
apenas tres siglos, lo que constituye un corto periodo de tiempo en comparación
con los cerca de 10 mil años de historia de la civilización humana.
Fue entre los años 1726 y 1739 cuando surgió el primer
DICCIONARIO de la lengua castellana editado por la Real Academia Española; con
este instrumento lingüístico se pretendía UNIFICAR Y HOMOLOGAR los cientos y
miles de vocablos castellanos y su significado.
Posteriormente en el año de 1780 se elaboró una
segunda edición del diccionario, ampliada y corregida, culminando con veintitrés
ediciones hasta nuestros días.
La lingüística en general y la lingüística española en
particular, han dado grandes pasos y de mucha importancia para la sociedad
entera, pues los seres humanos a diferencia de otras especies, requerimos un
lenguaje estructurado y exacto porque tenemos un pasado, presente y futuro
(percepción del tiempo), además de múltiples relaciones sociales en torno a la
sobrevivencia, reproducción y pensamiento/espiritualidad.
Así por ejemplo, si hablamos de una vaca,
inmediatamente viene a nuestra mente la imagen de un animal cuadrúpedo,
mamífero, generalmente de color blanco con negro y cuernos. Si decimos
‘guerra’, tenemos el concepto de un conflicto muy violento entre dos bandos
contrarios que se disputan algo. Es decir, la lingüística define con precisión
los conceptos y significados muy necesarios para el desarrollo y evolución de
la sociedad.
El problema surge ahora con las distorsiones
semánticas que están de moda, que no son sino una de las tendencias dentro del
postmodernismo y/o de ciertas ideologías desligadas de la realidad.
Aquí encontramos aquellos intentos de introducir
ciertos vocablos como el ‘todes’, ‘persones’, etc., para referirse a
hombres y mujeres por igual, lo que es algo que carece de base semántica.
También hay otras distorsiones por parte de
autoridades y gobiernos, cuando por ejemplo dicen “vamos a liberar los
precios de los combustibles”, lo que en realidad constituye dejar de
subsidiar y elevar los costos, simplemente lo plantean así para evitar
(ilusamente) una negativa reacción popular de rechazo.
Lo mismo sucede con muchas corporaciones y su
publicidad engañosa en base al uso fraudulento del lenguaje, distorsionando
intencionalmente conceptos y significados sobre los productos y/o servicios que
ofertan.
Como podemos ver, en el siglo XXI hay muchas
distorsiones semánticas, ya sean realizadas por ignorancia o con dolo, pero el
resultado es el mismo: se comienza a destruir el lenguaje y se ocasionan
perjuicios a la sociedad.
Ejemplos de todo esto hay demasiados y cada lector se
dará cuenta por sí mismo.
Por esta razón, todas aquellas personas que nos
dedicamos al uso intensivo del lenguaje hablado y escrito, ya sea en razón de
nuestra profesión u oficio, debemos levantar nuestra voz en defensa de la
lingüística y contra todo tipo de distorsiones semánticas. De esta forma
podremos forjar los cimientos de una sociedad que transite hacia mejores días.
LENGUAJE Y REALIDAD
Los vocablos y su significado deben COINCIDIR con la
realidad, ese es un requisito ‘sine qua non’ para el desarrollo de la
civilización.
Así por ejemplo:
-si en una tienda dicen (ya sea de forma verbal o con
un rótulo) vender manzanas, tienen que ser manzanas; pueden ser de mejor o peor
calidad o de distinta variedad, pero definitivamente tienen que ser manzanas,
pues si al comprar me entregan papas o limones, EXISTE UNA ESTAFA.
-si un gobierno sube el precio de los combustibles,
debe decirlo tal cual, pues eso de ‘liberar los precios de los combustibles’
CARECE DE RELACIÓN LÓGICA, es un absurdo, un fraude.
-con el pretexto de la pandemia, muchas grandes empresas e
instituciones públicas han despedido intempestivamente a sus trabajadores, pero en el
lenguaje dicen: ‘se ha desvinculado a tal o cual empleado de su puesto de
trabajo’
-si existe una competencia atlética de mujeres, pues sólo
deben participar mujeres; la mujer por definición lingüística y objetiva es
aquel ser de la especie humana que posee vagina y útero, es decir órganos
sexuales y reproductivos que lo diferencian total y completamente del hombre.
Por ende, no cuentan las ‘mujeres’ trans, que por más percepción subjetiva, en
el fondo siguen siendo hombres con un alto desarrollo muscular y óseo propios
del sexo masculino.
-existen personas solteras o parejas que dicen tener ‘perrhijos’
o ‘gathijos’, es decir tienen un perro o gato al cual lo consideran un
hijo o hija tal cual un niño, le compran comida especial, le visten, le bañan,
le llevan al veterinario constantemente, le llevan a peluquerías
especializadas, se toman muchas fotos con el animal, lo llevan a todas partes,
etc. Es quizás, una de las distorsiones semánticas (y psicológicas) más comunes
en ciertos sectores de la juventud de nuestros días. Las mascotas o animales de
compañía han existido por milenios, pero eran y son solo eso, animales de
compañía, no se les puede atribuir subjetivamente elementos propios de la
familia humana o de amistad.
La lista de ejemplos, como hemos dicho líneas arriba,
es inmensa pero el mensaje es el mismo.
Hay ciertos gobiernos, corporaciones y personas que
piensan que cambiando las palabras a su antojo van a cambiar la realidad a su
conveniencia, y la verdad es que la REALIDAD se levanta como una montaña ante
sus ojos, la quieran o no ver.
El lenguaje debe reflejar la realidad, simple y
concretamente.
¿QUÉ HACER?
Para evitar estafas, fraudes y demás distorsiones
semánticas, se recomienda siempre acudir ante dos instrumentos lingüísticos:
por un lado, el DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA editado por la RAE; y, por
otro lado, los diccionarios especializados según profesión, oficio y área del
conocimiento humano.
Por ejemplo, en mi caso particular para elaborar los
escritos y alegatos jurídicos, recurro además del diccionario de la RAE, al
Diccionario Jurídico Elemental de Guillermo Cabanellas.
El mensaje central es: ‘el lenguaje debe reflejar la
realidad’. Esto no significa que no podamos hablar de formas indirectas,
sutiles o metafóricas cuando hacemos poesía, cartas románticas, conversaciones
informales de pareja, amigos, etc., esas situaciones son distintas.
Defender el acumulado lingüístico es un paso más para cambiar
la sociedad, pues solo se puede transformar lo que se ha comprendido y, para
comprender la realidad, hay que definirla con exactitud a través de las
palabras y su significado.
Nicolás Gualle
ESCRITOR y CONFERENCISTA
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