Las edades del
ser humano
¿Han visto
alguna vez a un niño pequeño, supongamos de 2, 3 o 4 años, lleno de maldad?
¿Han visto a ese niño pequeño estar mentalizando como dañar a otros niños,
robar sus propiedades, corromper, etc.? La respuesta evidente e irrefutable es
un rotundo NO. Claro, habrá casos excepcionales, pero serán tan pocos y
aislados, que más bien corresponderían a un estudio de la psiquiatría y las
enfermedades mentales de esos pequeños que siendo tan cortos de edad comiencen
a hacer daño a sus congéneres. Pero en cambio, en niños más grandes, es decir
más ‘vividos’, pasando por adolescentes, jóvenes y en adelante ya se comienzan
a ver los primeros signos de una cierta ‘maldad’.
Aclaramos que
por maldad nos referimos a situaciones realmente tóxicas y negativas como
estafar descaradamente, mentir sobre cosas delicadas, vivir explotando a otros,
robar fondos públicos, oprimir, etc. No entran aquí pequeños contratiempos,
malentendidos, cambios de personalidad, o cualesquier otra cosa que signifique
una simple cuestión de costumbres, gustos o afinidades que no son realmente
perjudiciales para los demás miembros de la colectividad.
Dejando eso en
claro, aquí viene el problema. A medida que el ser humano va creciendo en
sociedad, un porcentaje de los mismos se va como ‘contaminando’ de lo negativo
que le rodea, y comienza el proceso de degeneración: así vemos a personas que
más o menos de los 25 o 30 años en adelante se llenan de maldad, algunos de
forma consciente, otros quizás como un mecanismo de defensa y sobrevivencia
ante un mundo tan hostil. Pero sea como sea el caso, el resultado es el mismo:
cada vez vemos adultos e incluso jóvenes con el corazón lleno de amargura,
maldad, egoísmo…
Somos lo que
comemos, leemos y las personas con quienes nos relacionamos
No todo está
perdido, al contrario hay mucho por hacer en la vida. Así como hay personas
negativas, también hay muchas otras positivas, constructivas.
Pero antes de
dar cualquier paso, hay que saber cómo forjar nuestra propia personalidad:
somos en concreto 3 cosas:
-lo que comemos:
determina nuestra salud física, mental y emocional (la comida genera ciertos
mecanismos en nuestro cuerpo al ingerirla)
-lo que leemos:
el ser humano es un ser cognitivo y social por excelencia, se relaciona siempre
con la palabra, ya sea hablada o escrita (lo que leemos va moldeando nuestra
forma de ver la vida)
-las personas
con quienes nos relacionamos: tenemos múltiples relaciones sociales, con
amigos, amigas, familiares, compañeros de trabajo, pareja, vecinos, etc., pero
NO todos son los adecuados, pues hoy en día hay mucha gente egoísta, falsa, de
malos valores, entre otros. Lo mejor es relacionarse con gente de buenos
valores, que tenga aunque sea un mínimo de cultura, que sea constructiva,
pro-activa, que cuide de sí misma y de los suyos, entre otras cualidades más.
Debemos aprender
a ser buenas personas, no se trata de ser ingenuos, mensos ni nada parecido,
simplemente ser honestos, trabajar lo nuestro, dar a cada quien lo que le
corresponde, y aprender a trabajar en equipo.
Fragmento
del libro: ‘SELECCIÓN DE ESCRITOS V’
Nicolás Gualle
ESCRITOR y CONFERENCISTA
Contactos:
Email:
nicoega@yahoo.com.ar
Whatsapp:
0998725157
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