En la sociedad
circulan muchas teorías sobre los más variados temas; sin embargo, muchas son
simples hipótesis (teorías no comprobadas), o incluso falacias (teorías
erróneas y/o engaños). Para poder confiar en la certeza de una teoría, ésta
debe estar basada en la ciencia. El conocimiento científico se caracteriza por
ser: objetivo, comprobado, de validez universal, y sujeto a leyes generales y
principios.
La ciencia es
relativamente nueva en la historia de la humanidad. Bastante limitada en la
Edad Antigua, fue salvajemente destruida y negada durante la Edad Media,
principalmente por la Santa Inquisición de los Reyes Católicos. Es durante la
Edad Moderna con el Renacimiento (siglo XVI) y la Ilustración (siglos XVII y
XVIII) que la ciencia comienza a desarrollarse a pasos agigantados. En ese
sentido jugaron un papel fundamental las revoluciones burguesas de EEUU (1776)
y la de Francia (1789).
La ciencia en sí
misma es progresista y revolucionaria, pues rompe con lo viejo y tradicional,
con los dogmas y lo irracional. Sin embargo, en una sociedad dividida en clases
sociales, la ciencia no puede ser “neutral”, pues los científicos son personas
de carne y hueso que pertenecen o se identifican con unos u otros intereses
económicos. Grandes científicos como Charles Darwin o Albert Einstein por
ejemplo no eran proletarios, sin embargo sus descubrimientos sirven
objetivamente al proletariado.
Fragmento
del libro: ‘SELECCIÓN DE ESCRITOS I’
Nicolás Gualle
ESCRITOR y
CONFERENCISTA
Contactos:
Email:
nicoega@yahoo.com.ar
Whatsapp:
0998725157
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